jueves, 2 de diciembre de 2010

Margo Glantz y sus zapatos

“Me siento como la Julia Roberts de la literatura” dijo Margo Glantz al recibir el premio FIL del año pasado. Tan curiosa fue la ocurrencia de la escritora octogenaria, que se repitió en todos los periódicos y sitios de internet que relataron los pormenores de la afamada feria de libros. En las fotografías, la autora se veía feliz, gozando su momento; como Julia Roberts cuando ganó el Oscar.

¿Quién es esa señora que se compara con una artistita hollywoodense? ¿Por qué, cuando tanto escritor toma una pose de intelectual incomprendido, esta viejita sale con banalidades del espectáculo?

En Colofón encontré “Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador” y comencé a leerlo. Media hora después, ¿la autobiografía? ¿el ensayo sobre los zapatos? ¿el conjunto de viajes, quejas y enfermedades de una señora bien? me tenía atrapada.

Por supuesto, compré el libro. En “Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador” encontré, antes que nada, libertad. Libertad de género literario que comprueba que lo que está hermosamente escrito no necesita la etiqueta de ensayo, novela o crónica. Libertad de una mujer que relata, cómo transcurrió su infancia entre zapatos de segunda, cómo nació su amor-rechazo por los zapatos de Salvatore Ferragamo y por qué es importante que ella, Nora García, se siente a escribir utilizando zapatos de diseñador. Libertad de narrar: lo mismo nos cuenta de sus perros muertos, de sus viajes y residencia en Londres, que de sus amores fallidos, de tener sexo mientras amamanta a su hijo (y masturbarse cuando se acuerda) y de la angustia que le provoca una mamografía. Margo Glantz utiliza lo mismo un chingado, que palabrería en francés e inglés. Revuelve palabras, las desbarata, las analiza, las reconstruye.

Además de la libertad, celebro la inteligencia y el sentido del humor de la autora. Los zapatos de diseñador, es un tema frívolo, apto para revistas como Vanidades o Cosmopolitan. Pero para la autora son el pretexto ideal para contar la historia de una mujer, el dolor de caminar, los lugares por donde anda, la salud de quien los porta. Margo Glantz no tiene empacho en utilizar referencias poperas como sex & the city, o burlarse de la baba que le escurre a la protagonista, Nora García, por culpa de una prótesis dental. Y es que como dice la autora en el punto 7 del primer capítulo del libro. “Es hora de confesar que esta historia es autobiográfica, y por tanto profundamente sincera.”

Buscando sobre la Glantz en internet, me encuentro que ella define su escritura como nómada. Que comenzó a escribir a los treinta y tantos y que sus textos tienen una alta dosis autobiográfica.



Desde ya soy fan de La Glantz y me maldigo por no haberla leído antes.

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