miércoles, 9 de junio de 2010

Rosario Castellanos

1974. Rosario Castellanos murió algunos meses antes de mi nacimiento. Un accidente, me informa su biografía, le quitó la vida en Tel Aviv. En aquel entonces, desempeñaba un puesto diplomático en Israel. Su infancia y adolescencia la vivió en Comitán. La mención de Chiapas hace que lleguen a mi cabeza imágenes de Tzotziles y Tzetzales. Indígenas que conocí en un viaje que emprendí por el sur de México. Pienso en la selva, el contacto con los animales, el pensamiento indígena. Son elementos que trastocan y mueven. ¿Qué movieron en Rosario? La movieron en una trilogía de novela indigenista: “Balún Canán”, “Ciudad Real” y “Oficio de tinieblas”. Confrontaciones raciales que lastiman, que se intentan curar, pero siguen sangrando.

Rosario Castellanos se graduó de filosofía por la UNAM. Su juventud en la Ciudad de México la enfrentó a ser mujer y mexicana. Un México con un contexto político y social dominado por los hombres. Si bien, Rosario no tuvo que aislarse en un convento para poder escribir y pensar, no se quedo callada. Denunció en varios de sus ensayos y cuentos la discriminación y desigualdad que la mujer sufría. En “La mujer que sabe latín” y desde su trinchera como educadora, Rosario Castellanos invita a reflexionar sobre el papel de la mujer. “La mujer no es un varón mutilado”, reza una de sus líneas del libro.

Su antología poética es extensa y con altas dosis autobiográficas. En sus “Apuntes para una declaración de fe”, la autora critica la pérdida de amor e identidad. En cómo el hombre ha dado muerte a lo bello y se vendió ante el brillo de lo falso.
Porque si un día cansados de este morir a plazos
queremos suicidarnos abriéndonos las venas
como cualquier romano,
nos sorprende saber que no tenemos sangre
ni tinta enrojecida:
que nos circula un aire tan gratis como el agua.
Abanderó con pasión la causa femenina e indigenista, por lo que series de cuentos como “Album de Familia” o “Los convidados de agosto” reflejan su lucha en contra de la desigualdad. Rosario Castellanos también incursionó en el ensayo, e incluso, en el Teatro. Con ello buscaba que sus ideas llegaran a un público más amplio. “El Eterno Femenino” (teatro) y “El uso de la palabra” (ensayo) son dos muestras de ello.

1974. Cuarenta y nueve años son muy pocos para tener tanto que vivir, tanto que decir. Debido a que un accidente se llevó a esta grande de las letras, no puedo evitar pensar: ¿qué habría escrito del movimiento zapatista, de la caída del PRI? ¿Qué pensaría de ver su legado feminista materializado y, al mismo tiempo, pisoteado?

martes, 8 de junio de 2010

No leer

Leer es malo. Nada bueno viene después de tomar un libro de ficción, mucho menos si eres mujer. Como hombre, debes vigilar lo que tu vieja lee. Como maestro, es tu deber inculcar que la lectura sea sólo de libros técnicos ya que muy probablemente sean de tu autoría y te representarán un gran ingreso futuro. Como padre, es más fácil poner el escuincle al televisor y ahorrarte un adolescente cuestionador.

Irónicamente, utilizo este medio para advertir los peligros de tan abominable actividad.
  1. No ganas dinero leyendo ficción. ¿En qué ayuda eso a tu carrera profesional?
  2. Las mujeres que leen piensan cosas raras que las alejan de la reproducción humana.
  3. Los libros son amantes de ocasión y desmemoriados. Te acompañan un momento, se meten en tu pensamiento y cuando te estás enculando, se acaban. ¿Quién quiere sufrir?
  4. Puedes convertirte en un paria social. Tu madre comenzará a presentarte como Mi hijo, el que lee (a diferencia de tu hermano, el arquitecto) o te señalarán por en la calle junto al bulto que cargas en la espalda.
  5. Además de ser señalado, no podrás integrarte funcionalmente a la sociedad. ¿Cómo piensas convivir sin hablar del caso “Paulette”? ¿En realidad crees que alguien quiere escuchar tu teoría sobre “El joven aquel” de Garibay?
  6. Te volverás orgulloso e insoportable. Un día te descubrirás citando libros o autores y la gente te odiará.
  7. No hay moral en los libros. Lo mismo matan, engañan, roban, devoran, violan…
  8. En sus páginas encontrarás historias de lugares, gente y épocas que nunca podrás vivir, lo que te provocará gran frustración.
  9. Te vuelves cómplice del autor y resulta que, o estaba exagerando o esta muerto.
  10. Leer te mete ideas. Renuncias a tu trabajo y quieres dedicarte “a escribir”
Esta es una misión de no-promoción a la lectura no terminará con este decálogo.